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La vida sin mí

Me pregunto cómo sería la vida sin mí, si dejase de existir. En ese instante todo el mundo me tendría en boca, pero solo por un breve espacio de tiempo, a las personas se les olvida rápido, no somos tan importantes como creemos. Luego están los tuyos que les cuesta un poco más, pero se rearman y siguen adelante. Pero hay cosas que no podría soportar, un funeral dónde la palabra más repetida es pobrecillo, pobrecilla una cantinela constante como un eco, y eso para mí sería horroroso, irse de éste mundo dando pena, es lamentable dar pena a los demás, lo qué no has querido nunca en tu vida en ese momento es lo que sienten por ti al final de ésta. Luego estaría la parte del ataúd abierto como si estuvieses en un escaparate, lo detesto ¿es necesario ve la cara del difunto con un maquillaje horroroso? Espero que no sea mi caso, es preferible recordar a alguien lleno de vida qué muerto. No sé esta manía nuestra de ver a los muertos como si él o ella te estuviese viendo quebrado de dolor. A

Desconfinamiento

Severino se ha alzado de la cama más temprano de lo habitual dando un respingo, ya se sabe, en estos días dé confinamiento el  tiempo parece que se ha detenido de igual manera que el calendario. Ha ido de forma veloz hacia el cuarto de baño y de una ojeada rápida ha visto como el Habitáculo en cuestión necesitaba una necesaria y eficaz higiene, al igual que él y su vivienda en general —Qué guarros nos volvemos cuando no salimos de casa— se dice así mismo, y piensa que una vez  regrese a casa se pondrá a ello, porque ahora lo más importante es salir a la calle, hoy ya han dado permiso para poder salir unas horas y no hay nada más importante que hacer en este menester para que le dé el aire y pueda estirar las piernas. No se ha demorado mucho en el baño, es que el poder salir es ahora como el día de reyes todo el mundo anhela este día como los críos.Ha descendido hasta el portal por las escaleras — el ejercicio ya se sabe— y ha cruzado la calle hacia el quiosco.— Quanta gente se ve corr

Hablando dé moscas

        —Qué  pesadas están las moscas— Dice Joaquín, haciendo aspavientos con la mano con el fin de que el insecto en cuestión deje de de revolotear alrededor de su cabeza.        —Será la calor — Murmura Anselmo — ya hemos pasado pascuas y la calor comienza apretar.        —Deberíamos tener en el culo una cola como los caballos para irlas  espantando— Anselmo se ríe entre dientes mientras golpea el bastón contra el suelo. Joaquín no es de usar un callao como Anselmo, sigue siendo coqueto y él dice —qué eso es para viejos— porque aunque acaba de cumplir los ochenta y sostiene que aún es joven para andar como los mutilaos, qué en Anselmo lo entiende porque siempre ha estado mal de salud, pero que él ha caminado mucho y tiene las piernas fuertes como un roble, qué para eso se ha pasado la vida desde zagal pastoreando cabras y de andar por la montaña sabe él más que los propios Pinos.        La mosca no deja de dar tumbos entre uno y otro mientras que cuando decide, hace sus detencio